viernes, 8 de mayo de 2009

Una nueva cartografía del Ártico

Fuente: National Geoghraphic, PÁG. 40 / MAYO 2009

A medida que el hielo retrocede, cinco países pugnan por ampliar sus fronteras. Hasta una cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo y gas por descubrir podrían yacer bajo el subsuelo ártico. Por Mckenzie Fun

El despacho de Artur Chilingarov, un explorador polar condecorado con el título honorífico de Héroe de la Federación Rusa, está al final de un largo pasillo de la Duma, el parlamento ruso.

En la entrada hay un cartel del rompehielos nuclear Yamal, un monstruo de 150 metros de eslora con erizadas fauces pintadas, y en el interior, un pingüino de madera con dos polluelos, un par de colmillos de morsa tallados y ocho osos polares de porcelana en miniatura: toda una iconografía del Ártico y la Antártida. De la pared cuelga un retrato de Putin. Chilingarov está sentado en una silla de piel con su heroica estrella dorada prendida en la solapa del traje oscuro.

A su lado hay un globo terráqueo de un metro de altura, corriente en todos los aspectos salvo en uno. Ha sido sacado de su eje y reorientado de tal manera que los dos polos quedan a la vista: es la Tierra tumbada de lado.

Es invierno en Moscú, tres meses después de que Chilingarov plantara la bandera rusa en el suelo marino del polo Norte, en una aparente apropiación del territorio que causó un revuelo diplomático y gran alboroto de titulares en todo el mundo. Ahora está haciendo campaña para unas elecciones en las que su partido (el de Putin) pronto derrotará a su rival más directo por un margen de seis a uno.

Es un hombre ocupado, y omite las formalidades cuando me siento. «Tardamos siete días y siete noches en llegar al polo Norte –dice–. No fue una tarea fácil.» Cerca del polo, los barcos de Chilingarov encontraron una abertura en el hielo, y bajaron dos sumergibles: el Mir I y el Mir II. Chilingarov iba en el primero. Su objetivo, el verdadero polo Norte, se encontraba a 4.200 metros de profundidad.

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