miércoles, 25 de agosto de 2010

Explosión en la mina chilena

Fuente: elpais.com/C.Galindo

"Las rocas están sometidas a determinadas tensiones que se mantienen en equilibrio natural si este no se altera. Al extraer materiales para hacer la mina, se altera el equilibro y, si no se toman las medidas adecuadas, esas tensiones producen lo que se denomina explosión de roca", explica Manuel Regueiro, experto del Instituto Geológico y Minero de España.

En Chile, donde abundan las minas de metal, la explosión de roca es el principal causante de los siniestros, mientras en minas como las de carbón en España los accidentes graves más comunes suelen producirse por explosiones de gas.

No es la única diferencia entre unas y otras. Los accesos son muy diferentes: en la mina chilena, se entra a través de una rampa que va bajando en zigzag; en minas como las leonesas o las asturianas se accede a través de pozos con ascensores. En el caso de las explotaciones en rampa, lo habitual si se produce un derrumbe es intentar desbloquear el camino, pero la acumulación de escombros en la mina San José ha obligado a excavar un gran túnel para llegar a los supervivientes, un proceso que puede durar cerca de tres meses.

"Las únicas minas parecidas en España a la chilena son las de carbón en Asturias, algunas de las cuales tienen dimensiones similares a la de San José, como por ejemplo el Pozo de San Nicolás en Mieres, que tiene 600 metros de longitud", afirma Regueiro.

En cualquier caso, se sospecha que las medidas de seguridad de la mina San José no eran suficientes. La mina ha registrado más de 80 accidentes y ya fue clausurada en 2007; reabrió al año siguiente sin haber instalado una escalera en el conducto de ventilación para que los trabajadores pudieran salir en caso de accidente, que era el requisito que le impuso el Servicio Nacional de Geología y Minería, el órgano estatal que controla la seguridad en las minas en Chile, para seguir funcionando.



lunes, 23 de agosto de 2010

la edad de nuestro planeta

Una pequeña roca puede cambiar lo que sabemos sobre el sistema planetario al que pertenece la Tierra. Según una investigación realizada por un grupo de científicos del Centro para el Estudio de los Meteoritos de la Universidad de Arizona (EE.UU.), realizada a partir del análisis de los restos de un meteorito descubierto en el desierto del Sahara en 2004, el Sistema Solar puede ser hasta dos millones de años más antiguo de lo que se estimaba hasta ahora y tener nada menos de 4.568 millones de años. A ojos de cualquiera, parece tan sólo una cifra vacía o una simple curiosidad -¿qué más da que el Sistema Solar sea dos millones de años más o menos viejo dentro de la inmensidad del Universo?-, pero el ajuste más mínimo resulta de gran valor para los astrónomos que estudian la formación de los planetas. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Geoscience.

El meteorito, que pesa 1,49 kilos, fue encontrado por los franceses Carine Bidaut y Bruno Fectay en el Sahara hace seis años. Denominado NWA 1950 y del tipo de rocas espaciales más raras (una peridotita magmática), los científicos le atribuyeron una procedencia marciana y confiaron en que su análisis podría servir para comprender mejor la actividad volcánica del Planeta rojo. Sin embargo, su utilidad ha ido mucho más allá.

La roca contiene uno de los materiales más sólidos formados después del nacimiento del Sol y es rico en calcio y aluminio, lo que supone un buen baremo para calcular la edad de nuestro sistema. Un análisis de sus principales isótopos sugiere que el mineral se formó hace 4.568 millones de años, convirtiendo el meteorito en uno de los objetos más antiguos jamás descubiertos y, por añadidura, envejeciendo la edad del Sistema Solar. El conjunto planetario en el que se encuentra la Tierra parece ser ahora entre 300.000 y 1,9 miles de millones de años más antiguo de lo que se creía.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Fuente: EUROPA PRESS

Investigadores han encontrado un depósito que contiene restos del manto de la Tierra primitiva en la isla de Baffin , en el Ártico canadiense. El geólogo Matthew Jackson y sus colegas dan cuenta del hallazgo como el primer descubrimiento de lo que puede ser el manto de la Tierra primitiva esta semana en la revista 'Nature'.

El manto de la Tierra es una cáscara rocosa y sólida que se encuentra entre la corteza de la Tierra y el núcleo externo, y constituye alrededor del 84 por ciento del volumen de la Tierra. El manto está compuesto por muchas partes distintas o depósitos que tienen diferentes composiciones químicas.


Los científicos habían concluido con anterioridad que la Tierra tenía algo más de 4.500 millones de años, pero no habían encontrado un trozo del manto de la Tierra primitiva.


Hasta hace poco, los investigadores generalmente han pensado que la Tierra y otros planetas del sistema solar eran condríticas, lo que significa que se pensaba que la química del manto que era similar a la de las condritas, que figuran entre los más antiguos del sistema solar primitivo. Suponiendo un modelo condrítico para la Tierra, en un trozo del manto primitivo habría ciertas proporciones de isótopos de los elementos químicos del helio, plomo y neodimio.


Que el modelo de la Tierra fuera condrítico fue puesto en duda con un descubrimiento hace cinco años de un equipo de la Institución Carnegie de Washington, que sugiere que la relación del neodimio en la Tierra era superior al que cabría esperar si la Tierra fuese realmente condrítica.


Esta apreciación cambió la relación de neodimio que se espera en el manto primitivo y, a su vez, cambió lo que los investigadores deben buscar para encontrar evidencias de un manto primitivo. Según el autor principal, Matthew Jackson, de la National Science Foundation, "habíamos estado buscando mal debajo de las rocas".


Como muchas de las rocas antiguas se han derretido en el tiempo , la búsqueda de un pedazo del manto primitivo significa estudiar lavas. Las lavas mantienen la misma composición isotópica de las rocas que se han derretido en la lava. Por lo tanto, las prueba de composición de la lava es idéntica a la prueba de composición de la roca original.


Cuando la hipótesis acerca de la relación de neodimio fue alterada, Jackson y sus colegas sabían que deberían echar un vistazo a las muestras de lava de la Isla de Baffin, ya que esas muestras contenían las proporciones correctas de helio y de neodimio. Descubrieron que las lavas también tenía la proporción correcta para el plomo. Los isótopos de plomo indican que los restos de Baffin tienen entre 4.550 y 4.450 millones de años , sólo un poco más jóvenes que la edad de la Tierra. La muestra proviene de lava de una vieja roca derretida que hace 62 millones de años.

geología en el espacio

Fuente: El Mundo | ICOG

Los geólogos españoles Jesús Martínez-Frías y José Luis González publicaron el pasado domingo 25 de julio en Eureka, el suplemento científico de El Mundo, sus propuestas para promover una geoética cósmica que respete la naturaleza de la Luna y los planetas. Según reconocen en el artículo “la Geología, al igual que la Biología u otras disciplinas, está expuesta a la evolución e interdisciplinariedad que exige una actualización continua de sus contenidos en un proceso de mestizaje científico”.

“Es en este contexto donde la Geoética, nacida formalmente en 1991 de la mano del Dr. Vaclav Nemec, como resultado de la unión de la Ética y de la Geología, está alcanzando un impulso cada vez más importante”, admiten.

Los científicos recuerdan asimismo que “la reciente puesta en valor de las necesidades ligadas al mundo biológico, que incluyen protocolos de actuación, códigos de buenas prácticas y muchos otros temas relacionados con la investigación de los materiales y el proceso de la Geosfera, ya es un hecho reconocido por la UNESCO”.

En el artículo señalan que “supone un nuevo desafío proyectar hacia el espacio los estudios geológicos y la búsqueda de biogeomarcadores en ambientes pasados y presentes de otros planetas”.

A ese respecto indican que “los proyectos de protección planetaria de las misiones espaciales abordan, sobre todo, problemas de contaminación biológica de la Tierra al Espacio. Pero en el caso de la Luna y Marte, es importante no repetir errores pasados y llevar a cabo estudios planetarios, humanos y robóticos, de acuerdo a una regulación internacional que considere los aspectos éticos en toda su dimensión”.

Por último Martínez-Frías y González alertan de que “la misiones a otros planetas no deberían ser tan agresivas, al mismo tiempo que deberíamos preguntarnos si es necesario estrellar cohetes contra el polo sur de la Luna”.