jueves, 29 de enero de 2009

Minerales y sus curvas

Fuente: EL MUNDO - Tristán, Rosa M. / ICOG

Científicos españoles explican la morfología de biominerales. El trabajo ayuda a comprender la formación de huesos y conchas. Cambia la perspectiva de la búsqueda de vida primitiva en la Tierra.

Algunos minerales presentes en el planeta tienen una morfología suave y curvilínea que se asemeja a las formas "sinuosas" de la vida. Un grupo de científicos españoles acaban de revelar importantes pistas sobre su proceso de formación, lo que puede ayudar a entender cómo se forman estructuras como los huesos, las conchas o las espinas de un erizo.

La investigación, que se publica esta semana en la revista 'Science', se centra en unos materiales cristalinos bautizados como 'biomorfos' de sílice y carbonato, que imitan a las espirales, los glóbulos y los filamentos típicos de estructuras orgánicas, pese a que no lo son. Es más, lo habitual es encontrar en la natureraleza estos minerales en forma de cristales, con sus típicos ángulos.

Juan Manuel García-Ruiz y Emilio Melero-García, del Laboratorio de Estudios Cristalográficos (un organismo conjunto del CSIC y la Universidad de Granada) llevan 20 años estudiando estos biomorfos, sobre los que ya han publicado varios artículos científicos. "Se parecen tanto a los organismos vivos que algunos restos fósiles muy antiguos, de vida primitiva, podrían realmente ser estas estructuras inorgánicas. La morfología es confusa y ya no es determinante para hablar de biología", señala García-Ruiz.

Cuando este trabajo se publicó, ya abrió un profundo debate en la comunidad científica sobre la fiabilidad Los investigadores han logrado reproducir con éxito en el laboratorio lo que ocurre en la Naturaleza: el desarrollo de estos materiales cristalinos sin la simetría típica de los minerales, un proceso que aún es misterioso, pese a que los seres vivos llevan usando minerales 600 millones de años para sus dientes, las paredes de los corales o los exoesqueletos de los insectos.

Nanocristales sintéticosPara ello utilizaron biomorfos compuestos de nanocristales obtenidos de forma artificial. Con vídeos realizados a nivel microscópico observaron que los compuestos crecían en forma de lámina y que sus bordes se van rizando a la vez que aumenta. Ello va dando lugar a diferentes formas, algunas como caracolas, que crecen unas 30 micras a la hora y las forman millones de diminutos cristales de carbonato.

Garcia-Ruiz explica su teoría sobre este peculiar mecanismo de formación: "Se trata de que las piezas se van autoensamblando a medida que se desarrollan". Y añade: "Cuando un cristal crece y hay impurezas, se rompe. Nosotros proponemos que los biomorfos van autogenerando impurezas que rompen los cristales continuamente en millones de cristalitos que se van colocando creando las bellas formas con curvas. Es un mecanismo fascinante en sus simpleza".

El investigador considera que "este mecanismo puede ayudar a entender cómo se organiza la vida, cómo se hace un esqueleto, una piedra en el riñón o la cáscara de una almeja, aunque aún está por demostrar".

miércoles, 7 de enero de 2009

hace ya 150 años

Fuente: EUROPA PRESS

La pasada Nochebuena se cumplieron los 150 años del impacto del mayor meteorito caído en toda España, y que tuvo lugar en la madrugada de la Nochebuena de 1858 en el municipio murciano de Molina de Segura, según fuentes del Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) del Ministerio de Ciencia e Innovación, consultadas por Europa Press.

Según recoge en un informe encargado por el vecino de Molina de Segura, Rafael Martínez Fortún, en cuya hacienda cayó el objeto celeste, "las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora, que ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas".

El relato de Martínez Fortún se recoge en un reciente estudio publicado en la revista 'Astronomy and Geophysics' por el geólogo planetario del Centro de Astrobiología (INTA/CSIC), Jesús Martínez Frías, y de la catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad Complutense de Madrid, Rosario Lunar.

Martínez Frías explicó a SINC que la masa del meteorito de Molina de Segura "rondaría los 144 kilos al caer, pero se dividió en varios fragmentos, y el más grande, de 112,5 kilos, es el que actualmente se muestra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), en Madrid".

Los autores precisaron que se trata de una condrita ordinaria, "un meteorito rocoso muy primitivo formado por pequeñas partículas esféricas, denominadas cóndrulos, que proceden de la solidificación de polvo y gas de la nebulosa solar primigenia, aquella que dio origen al Sistema Solar y a nuestro propio planeta".

Las condritas, que constituyen más del 85 por ciento de todos los meteoritos conocidos, se clasifican en diversas clases dependiendo de su mineralogía, texturas y geoquímica. El de Molina de Segura "es del tipo H5, por su alto (High, en inglés) contenido en hierro, y por pertenecer al tipo petrológico '5' (número indicativo del grado de alteración sufrido en el 'asteroide padre')".